Recuerdos B.U.
A muchos ya no les tocó la época de escuchar por las
calle una voz que decía “¡El lechero!”,
salir corriendo de la casa para gritarle, “¡Aquí señor!”, y esperar a
que mamá, papá o algún familiar saliera con una olla, jarra o recipiente para
que el “lechero”, abriera sus recipientes mejor conocidos como “las lecheras”,
y de ahí sacar un recipiente el cual al llenarlo con leche suponía ser un
litro.
Después de que ese personaje siguiera su camino,
vendiendo leche fresca recién ordeñada esa mañana de las vacas de granja, son
conservadores o alguna otra sustancia química, pura leche natural; quién no
recuerda el que tenías que poner la leche a hervir para matar alguna bacteria o
microbio, esperar y estar atentos a cuando empezaba a subir la leche hirviendo
y ya sea apagarle a la estufa o gritar “Mamá, se va a tirar la leche” y ver
cómo corría mamá para que no se derramara y uno, atento, viendo si se derramaba
o no de la olla.
Lamentablemente, esa historia es cosa del pasado, así
como este oficio, el ser lechero, o al menos eso pensábamos, pues por el arco
de la Calzada, en León, Gto. Nos encontramos a este señor, aun ejerciendo este
oficio, con una bicicleta y sobre de ella, a sus costados, don recipientes, las
famosas lechera.
Muy bien or este hombre que no ha dejado que este oficio
muera.
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